Mi primer día como mochilero
Al fin, el día llegó. La primera página de este viaje que duraría 5 largos meses. Preparamos la mochila y careciendo de cualquier tipo de experiencia mochilera, la sobrecargamos. Ya listos, el padre de Oscar nos llevó a una terminal de autobuses locales. De segunda o tercer clase, "Guajoloteros" les dicen. Después de hablarlo entre los tres, decidimos caminar hasta las afueras de Tampico y ahí, pedir ride por primera vez.
El sol no era nada generoso aquel día, lo recuerdo bien, pero aún así caminamos como 20 minutos. Cabe mencionar que debido a nuestra inexperiencia las mochilas nos estaban matando las espaldas. Por fortuna encontramos una palapa en la que paramos a descansar. Luego de examinarnos mucho, una señora que limpiaba el parque, aparentemente pagada por el gobierno, se nos acercó y nos preguntó si íbamos para "el otro lado". Riendo, contestamos que no, que eramos mochileros, era nuestro primer día e íbamos a recorrer todo el país de ride. La señora se asombró mucho y solo recuerdo su reacción chistosa al decirnos "Que huevotes muchachos, que huevotes".
Terminamos despidiéndonos a los pocos minutos, no sin antes advertirnos de lo peligroso que era el país y reiterarnos que poseíamos unos huevotes.
Los "huevones" caminaron hasta una pequeña parada de autobuses. Era el momento, el estomago me cosquilleaba, sentía algo de vergüenza pero lo hice. Poco a poco mi brazo se fue separando de mi pierna y se alzaba con el pulgar apuntando al cielo. Estaba pidiendo ride por primera vez en mi vida. Y me daba vergüenza. De vez en vez bajaba mis brazo y miraba a mis compañeros.
Yo solo veía cuantos carros pasaban sin detenerse y con las peores miradas de desprecio que haya visto jamás. La faena duró 45 minutos cuando un camión de volteo se paró y nos preguntó "Pa' donde van?" Respondimos que a Tamuín y nos subimos al camión. Era nuestro primer ride.
El conductor no generaba ni una pizca de confianza. Tenía lentes, oscuros, barba rala, iba fumando y escuchando narco-corridos. Si bien un mochilero no debe quejarse y adaptarse a cualquier cosa que el universo le de... reconozco que tenía algo de miedo. Nos dimos cuenta que el conductor no hablaba mucho y finalmente dijo; "Sí, luego les doy aventones a los de su raza"
Cerca de media hora después, nos dejó en un entronque por que él iba para Panuco, Veracruz. Y ahí estábamos de nuevo, en medio de la carretera pidiendo ride. Tardamos cerca de 30 minutos hasta que se paró una camioneta. Oscar corrió hacia la ventanilla y dialogó con el conductor. Un minuto después nos trepamos en la parte de atrás camino a Tamuín.
Sintiendo el aire en nuestras caras, Oscar me confesó que el conductor le había preguntado si portábamos armas, a lo que Oscar respondió que no. Fue entonces cuando le dijo "ok, subanse". En eso, una llanta se pinchó y alertando al conductor, nos paramos en una desponchadora. Ahí tuvimos la oportunidad de dialogar. Ahí conocimos a Juan Carlos Martinez, se dedicaba a comerciar marisco y se dirigía a San Luis Potosí capital. Le platicamos acerca de nuestro proyecto y se mostró muy entusiasmado extendiéndonos una invitación a su balneario en Río Verde. Con grandes lugares verdes y un ambiente familiar, sonaba perfecto para acampar. Nos dio su numero de teléfono prometiendole contactarlo si es que algún día pisáramos Río Verde. Aprovechando la charla, tomamos esta fotografía.
Mi bronceado en estas instancias era realmente impresionante. ¿Pero a quien le importa cuando voy de frente a la aventura? La llanta quedó y continuamos nuestro camino. Llegando a Tamuín, nos tuvimos que despedir con la promesa de volvernos a ver en Río verde.
Tamuín, el primer sitio que visitábamos como mochileros. Ahora, ¿donde dormiríamos? ...
Leave a Comment