Colotlan / Tlaltenango
Parroquia de San Luis, Colotlán, Jal. |
Otro día, otra aventura. 7 kilómetros de caminata continua, un ride y ya estábamos de nuevo en la entrada de Susticacán listos para seguir la travesía a Colotlán. Pero...
Un retén Militar justo enfrente de nosotros. Ciertamente no es que nos asustaran los militares, pero siempre había que ser precavido. Perspicaz. No había manera de evadirlos. De la manera más incógnita posible pretendimos pasar enfrente de ellos (del otro lado de la carretera) sin que nos vieran. Fútil intento. "Chin" recuerdo haber pensado. Caminamos hacia ellos, ahora nerviosos y entablamos platica. Lo usual. A donde van, que hacen, a que se dedican, cuantos años tienen, no les da miedo que los maten, cuidense, bla bla. Pero eso no nos salva de que nos revisen, aunque cuando uno no tiene nada que esconder, no se preocupa.
—¿Qué traes ahí?
— ... ¿Una guitarra? —respondí de manera irónica.
—Ah! ¿Tocas? ¿Qué tocas?
—De todo un poco. El tri, Sin bandera, Espinoza Paz, Joan Sebastian..
—Ah si? Pues tocate una rola ¿no?
Ni modo de rehusarme. Saqué mi guitarra, la afiné y me dispuse a tocar "Tatuajes" del buen Joan Sebastian. No sé que me pasaba en los dedos o en mi voz que en ese momento nomas no podía cantar ni tocar bien. Era un fiasco. Al terminar de tocar (y que nos revisaran las mochilas) uno de ellos dijo: "Ijole, que bueno que acabaste jaja". Todos ríen. Ingratos. Tras un rato más nos dijeron que nos cuidaramos y nos dejaron partir. Este sería nuestro segundo encuentro con militares. Todo bien hasta ahora.
COLOTLÁN
Nos tomó 4 "rites" —como dice la gente local— llegar a este pueblo. Lo primero que había que hacer era conseguir donde dormir. La tarde caía y era menester. Preguntando, nos dijeron que podíamos pedir asilo en el DIF municipal. Emocionados acudimos. Para resumirlo, diré que de manera poco educada nos dijeron que no...
Pero así como hay personas mala vibra, también las hay buenas y por montones. Un señor que barría por ahí nos dijo que podíamos quedarnos en la iglesia, que estaba justo al lado del DIF. Al principio no queríamos debido a las malas experiencias que había tenido en el pasado al pedir posada en estos recintos pero... lo intentamos. Resulta que el padre no estaba y regresaría en 3 horas. Hicimos tiempo pues, recorriendo el centro del pequeño pueblo.
Al encontrarnos más tarde con el padre, también nos rechazó. Pero usando nuestro poder de persuasión terminó aceptando, dejándonos acampar en el pasto del jardín. No necesitábamos más. Incluso había una llave por ahí en una esquina y con un trapo húmedo, nos dimos un baño sencillo.
Estatua dedicada a Juan Pablo II |
No es ningún secreto que el pueblo de Colotlán es muy religioso y para muestra, esta estatua. Además de su bonita parroquia de San Luis, adornada en su cumbre con una estructura bastante peculiar. Paseando por sus calles me di cuenta que el Piteado de piel es lo que más representa a este pueblo. Ya sea por tiempo o porque nuestro destino en realidad era Teúl, no vimos todo lo que este pueblo podía brindar. Me hubiese gustado estar más aquí pero con seguridad puedo decir que lo poco que vi, me agrado bastante. Un motivo más para regresar.
Colotlán, "lugar donde abundan los alacranes".
(Que bueno que yo no me encontré con ninguno.)
TLALTENANGO DE SANCHEZ ROMAN
Despertar, guardar la casa de campaña, preparar la mochila, desayunar, salir a la carretera, conseguir ride y finalmente llegar al destino. El día a día de un mochilero. Pues bien, llegamos a Tlaltenango y como en Colatlán, también solo ibamos de paso. Nos emocionada porque cada vez estábamos mas cerca de Teúl. Además... 117 kilómetros en dos días es una muy buena distancia para un mochilero ¿no lo creen?
Como a eso de las 3 de la tarde, descansabamos en el parque de Tlaltenango. De nuevo, se tenía que resolver la situación de la acampada. A mi en lo personal me gustaba eso, era excitante para mi resolver el donde se dormiría esa noche. Oscar y yo decidimos cambiar de estrategia. ¿Qué tal si esta vez acudimos al palacio municipal (que estaba enfrente del parque) como un par de viajeros que no tienen donde dormir?
Pues fuimos. Hablamos y nos dijeron que el único lugar para acampar era la unidad deportiva pero había que hacer un oficio oficial y este a su vez estar firmado por la secretaria, un achichincle, Peña Nieto y Obama. Pues hicimos el oficio. En una hora lo teníamos listo y lo presentamos. La secretaria se interesó por nuestra historia y gracias a ella fue que logramos tener el dichoso papel firmado por los altos mandos. Fue ella quien se movió y nos llevó con las personas indicadas, pues en verdad que algunas eran muy antipáticas. (¿Es eso novedad?)
Con papelito firmado hasta ride nos dieron a la unidad deportiva. De igual manera, dejamos las mochilas encargadas y nos dispusimos a recorrer el pueblo. En verdad que cada pueblo tiene lo suyo. Desde una calle hasta una casa que te gusta. Algún sabor por ahí, algún olor que evoque algo en ti. Algo, siempre hay algo.
Por la tarde y al regresar a la unidad deportiva, nos dimos cuenta que había una alberca y por $5 pesos nos pudimos refrescar y ejercitar un poco. Lamentablemente, de Tlaltenango no tengo fotos, no tomé o se perdieron, no recuerdo (esta la saqué de internet). Aún así, me gusta recordarlo porque aquella mujercita nos ayudó mucho al conseguirnos las firmas para que nosotros pudiéramos acampar a nuestras anchas entre tanto pasto bonito.
Así fue como resolvimos dónde dormir, en dos lugares que no teníamos ni idea. Yo no lo sabía en ese momento pero incontables historias como estas se repetirían en mi viaje. Próximo destino, Teúl...
"Por que no se puede ocultar que la libertad absoluta siempre nos extasió"
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