Puerto Palomas de Villa, Chihuahua.
Kilómetros recorridos en el norte: 157.3 km
Kilómetros recorridos en total: 4,848.5 km
Kilómetros recorridos en total: 4,848.5 km
Pueblos mágicos visitados: 20 pueblos.
Estados de la república recorridos: 12 estados.
Por fin el día había llegado. El día por el cual me preparé un año entero sin pensar en otra cosa. Me levanté temprano, desayuné, tomé mi mochila y solté todas mis cadenas. Era libre. Salí de Juárez y antes de las nueve de la mañana ya estaba camino a la aventura. El clima era perfecto, un sol tenue con un aire frío. No quería estar parado así que empecé a caminar parándome cada tanto para pedir ride. Estados de la república recorridos: 12 estados.
Mientras caminaba no dejaba de sonreír ¡Amo la carretera! No edificios o casas de dos pisos. No tiendas, no plazas comerciales. No empresas. Mi único compañero era el desierto con su sutil pero innegable belleza simplista. Arena hasta el horizonte, matorrales, cerros más hermosos y vívidos que los que veía en los documentales de Discovery Channel.
Más adelante había un carro de policía y decidí acercarme. Llevaba 8 kilómetros. Platiqué con ellos unos 5 minutos hasta que me dejaron partir. Apenas cruzando la calle vi una ruta de transporte especial, las mismas que en Ciudad Juárez transportan a los trabajadores de las maquilas. Se me hizo muy raro ver a una ruta como esa tan afuera de la ciudad, pero la ruta se detuvo más adelante.
Recuerdo haber pensado ¿se detuvo por mí? No corrí, simplemente seguí mi camino a mi paso. Al llegar a la ruta el chofer abre la puerta y me pregunta hacía donde voy. "A Palomas". Así fue como conocí a Adrían.
Recuerdo haber pensado ¿se detuvo por mí? No corrí, simplemente seguí mi camino a mi paso. Al llegar a la ruta el chofer abre la puerta y me pregunta hacía donde voy. "A Palomas". Así fue como conocí a Adrían.
Adrian transporta gente todos los días de Puerto Palomas a Cd. Juárez. Tuve mucha suerte de encontrarlo. Platicamos en el camino, compartiendo historias de viajes y una que otra anécdota chusca. después de una hora y media ya estaba en Palomas.
En este pueblito pegado a la frontera hacía más frío. Me compré un atún para comer. Esperaba a Elías, mi amigo de Casas Grandes, pero como me resulta difícil permanecer quieto decidí recorrer el pueblo. Fui a dar a The Pink Store.
En el centro de Palomas se encuentra una pequeña plaza con locales muy pintorescos en el cual resalta la tienda antes mencionada. Yo me senté en una de las bancas que están afuera para ver mi mapa y anotar algunos datos. En eso se me acerca una mujer muy guapa como de unos treinta y tantos años preguntándome de donde vengo. Respondo que vengo recorriendo todo el norte del país, acto seguido me comenta que debido a mi mochila pensó que venía de Canada y me invita a comer en la casa rosa. No me la creía.
Yo seguía maravillado. Comía mientras escuchaba a un excelente trío de músicos tocar canciones norteñas populares, hasta platiqué con ellos. Tengo que decir que soy una persona que no come en demasía pero con esfuerzo terminé todo el plato. Estaba a reventar. Aún así Ivon me mandó un postre y pues ni modo, me tuve que sacrificar.
Elías llegó por mi, tomamos fotografías y de nuevo nos invitaron una limonada en The Pink Store. Nos despedimos de Ivon diciéndonos que no era ninguna molestia, que podíamos volver cuando quisiéramos. Lamentablemente no quiso tomarse una foto conmigo pero me tomé una foto con uno de los meseros que me cayó muy bien.
Aquí en Puerto Palomas el 09 de marzo de 1916 Pancho Villa invadió Estados unidos incendiando Columbus, Nuevo México. Fue un acto meramente vengativo ya que no estaba de acuerdo con el reconocimiento que el país vecino brindaba a Venustiano Carranza.
En consecuencia Estados Unidos envió una persecución llamada Expedición punitiva, con el único fin de matar a Villa. Los persecutores entraron precisamente por Puerto Palomas el 15 de marzo de 1916 y salieron de él por el mismo punto 11 meses después. Nunca encontraron a Villa.
Así partimos rumbo al entronque, donde viven los padres de Elías. Él regresó a Casas Grandes con su familia y yo me quedé en casa de ellos. Tengo que mencionar la tremenda calidez que me demostraron. Viven en un camión de pasajeros pero no he conocido personas más felices. Su estilo de vida era muy modesto y sin embargo no aspiran a más, son felices con poco. Pareciera que descubrieron el secreto de la felicidad.
Pasamos gran parte de la noche compartiendo historias y riéndonos de anécdotas familiares. Al final, me brindaron un cuartito en un camper y ahí dormí. Cuatro cobijas y mi sleeping bag fueron suficientes para no tener frío. Por la noche meditaba todo lo que me había pasado sin poder creerlo. Había comenzado mi camino con el pie derecho y eso me hacía sentir muy feliz.
Que visibles son las estrellas cuando no estás en la ciudad.
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